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El jardín de los boliches

Olegario Marrero

El jardín de los boliches
Precio: 10.0 €
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ISBN 978-84-15148-41-8
Edición 1
Año 2011
cartoné
100 páginas
21x15
Poesía

Sinopsis:

La palabra publicada deviene inexorable concreción política de la conciencia del que la emite, incluyendo la palabra camuflada en poesía ―acaso la más sacrificada de las palabras. Y, para más escarnio, en pueblo como el nuestro― cuya conciencia ha sido conformada por la más inclemente de las ignorantaciones y por el más degenerativo de los miedos y por la más castradora de las alienaciones ―esa palabra pública ha sido utilizada casi siempre como balbuceo timorato escamoteador o como rastrera y colaboracionista alabanza aquiescente al tiranuelo colonial de turno.
Mas, también, ha habido y sigue habiendo excepciones: como las palabras versificadas de Olegario Marrero, palabras casi siempre hirientes desde la ternura cotidiana ―y por muy de satíricas risueñas con que se quieran revestir. Duele su ironía porque la esperanza que defienden acaba inexorablemente herida por la perfidia de esa implacable realidad que, desde la más completa indefensión, ataca.
Sí: entre nuestros compatriotas han sido mínimas las manifestaciones poéticas que ―superando heroicamente su autor esta agobiante situación de sometimiento colonial igno-rantador y atemorizante y alienador ―han sido utilizadas pa-ra la dignificación rebelde, luminosa― aunque a casi nadie lleguen.
Sí: han sido mínimas, pues la mayoría de las tales manifestaciones poéticas han resultado aquí, por el contrario, cuando no proclamas justificativas de la denigrante situación colonial, sí prédicas evasivas entre humaceras de papagayismo falsía-mente cosmopolita, sí parapetos cobardes de literaturismo vergonzante.
Sin embargo el devenir lírico de Olegario Marrero, como el de otros pocos poetas canarios, ha significado todo lo contrario: escuetas contundentes denuncias pletóricas de veraz rebeldía, no importa que desde las más completas soledad e indefensión, no importa que utilizando el valor más humilde y bronco de la palabra. Escribí cierta vez que “si me atacan con mentiras, es porque la verdad me ampara”; y con respec-to al combate poético del querido amigo Olegario, podría añadir: “si te tratan con desdenes, es porque te rodeas de contundencias”.
“La literatura como ruptura solitaria-solidaria” se titula uno de mis libros, uno dedicado a reflexionar sobre algunas vivencias de la palabra publicada. Y la de Olegario Marrero cumple con esa esencia adjetiva, con la de ser ruptura y solitaria-solidaria; pues, en situación humana social como la canaria, toda actividad artística que pretenda honestidad ―sirviendo a la Verdad para servirse de la Verdad― deviene ruptura, y sólo puede ejercerse desde la soledad si pretende convertirse en solidaridad. Deviene ruptura porque construir o transformar en una colonia sólo puede ser fortalecimiento de la situación denigradora que es todo sometimiento político ―y, por ende, individual; y sólo puede ejercerse desde la soledad porque cualquier entorno es, casi siempre, paralizante, cuando no castrador.
Ya en veces anteriores he recurrido a unas palabras de Elias Canetti extraídas de su libro “La conciencia de las palabras” ―recopilación de ensayos literarios. El último de estos es un discurso pronunciado en Munich a comienzos de 1976 con el título “La profesión del escritor”. Decía más o menos Canetti que la primera y más importante misión del escritor continuaba siendo custodiar las metamorfosis― es decir, la capacidad de adaptar tu honesta rebeldía a la situación que te ha tocado vivir. Sólo se puede luchar, contender, en la reali-dad que vives ―y por mucha imaginación que utilices.
Y sería, asimismo, en otras palabras del entrañable Canetti donde adquiere su verdadero valor poesías como la del amigo Olegario, en esas palabras que decían y continúan ―contumaces― diciendo: “Perseverarás en la tristeza, no menos que en la desesperación, para aprender cómo sacar de ahí a otras personas, pero no por desprecio a la felicidad, bien sumo que todas las criaturas merecen, aunque se desfiguren y destrocen unas a otras”.
Sí, estas advertencias de Canetti se ajustan certeramente a la esencia poética del amigo Olegario: sólo pueden sus palabras poéticas ―si quieren ser honestas iluminadoras, si quieren no ser mendaces nublinosas― que perseverar en la tristeza, en la desesperanza ―y por mucho que sonrían esas palabras, y por mucho que jugueteen esas palabras. Es la única forma, aquí, de ayudar al prójimo, al lector, a que salga de esa situación… Y siempre sabiendo que nuestra literatura ―si quiere ser solidaria aquí y ahora― debe resultar ruptura desde la soledad; no puede ser pompas de jabón ―por muy luminarias que parezcan estas― ni bolitas de árbol navideño ―por muy coloreadas destellantes que se nos antojen―, no. Pero sí puede ser, en algunas ocasiones ―como en esta de Olegario―, boliches: con los que juguetear rebeldemente haciendo, en este torreón carcelario que es nuestra pobre Pa-tria, un jardín desde el que sentirnos libres ― ¿por qué no?

El autor:

Olegario Marrero

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